Un sobreviviente de las catástrofes de su siglo, así podríamos definir al escritor francés Claude Simon (1913-2005), nacido en Tananarive, en el seno de una familia burguesa y conservadora. Huérfano desde temprana edad, el autor construye una relación conflictiva con sus orígenes.

Hasta antes de su movilización en 1939, Claude Simon llevaba, según lo confiesa él mismo, una vida de ocio y diletantismo –viajes, clases de pintura, comienzos desenfadados en la escritura llenos de “preciosidades y sandeces”. Su participación en la guerra y, en particular, la aniquilación de su escuadrón, seguida de su internamiento en un campo de prisioneros en Alemania –en donde conoció el trabajo forzado, el hambre, la enfermedad– dejaron en él una impronta indeleble. Después de su evasión, colabora con la Resistencia y se consagra a escribir, abandonando definitivamente la pintura.

En 1956, conoce por azar al escritor Alain Robbe-Grillet quien lo alienta a publicar con las ediciones de Minuit. Comienza entonces una larga relación con la renombrada editorial de la llamada “Nueva novela”, con la que suele asociarse su obra, debido a sus incesantes e innovadoras tentativas por escribir novela de otra manera. En 1985, se le atribuye el premio Nobel de literatura que reconoce una obra indispensable para comprender la violencia del mundo moderno y la inscripción del sujeto en la historia.