Traducción y prefacio de Hugo Alejandrez
En Al morir Jonathan, Tony Duvert muestra la anulación del derecho del niño a su autonomía, a sus palabras, a sus placeres. El niño sirve de pretexto para los enfrentamientos entre la madre y el padre, y es un trofeo que la abuela ganaría a la hija para mostrar su superioridad moral. Más aún, también es presa de la vecina vieja quien envidia la mirada embriagadora con la que disfruta la vida. Así, Duvert entrega un texto en el que dibuja la tirante relación entre los adultos y los niños: o, como escribe el crítico y escritor René de Ceccatty, la “coalición, irresponsable, de los padres con los educadores” para quienes el niño es un muñeco, una cosa. En la novela podemos leer: “La madre sentía sobre su hijo un derecho definitivo, que utilizaba según sus caprichos y que autorizaba todas las contradicciones. Su hijo le servía de humanidad de reserva cuando no tenía nada más. Era un muñeco con el que se practican los gestos que se ejecutarán más tarde con presas menos ínfimas”.
En su novela, Al morir Jonathan, Tony Duvert esboza, mediante la relación erótica entre un niño y un joven pintor, lo que fue su proyecto: crear una civilización que preserve el derecho del niño a su integridad. Publicar este libro hoy obedece a un principio fundamental: dar conocer una literatura que sondea las zonas más oscuras del hombre; una literatura que da cuenta de las múltiples dimensiones de lo humano, así sean las más ominosas.